Según Ifá en Òtúrúpòn Méjì, durante la vida de las deidades primitivas, hubo un suceso que Ifá denominó ilè ‘n mì; la Madre Tierra estaba temblando, o “Ilè ‘n ri”, la Tierra quedó sumergida; lo que puede traducirse como el temblor de la tierra o terremoto. Los temblores ocurrían incesantemente y el resultado fue muerte y destrucción colosal. Los árboles cayeron sobre la gente; las casas se derrumbaron, los humanos estaban siendo enterrados vivos, las tierras de cultivo se sumergieron, hubo desastre por donde se mirara. Informes similares provenían de todas partes del mundo donde Òrúnmìlà solía viajar para enseñar Ifá y realizar sus adivinaciones. Mientras lloraban por la muerte de sus seres queridos le decían a Òrúnmìlà “Está ocurriendo también en nuestras propias tierras”. Òrúnmìlà al principio de la existencia solía hacer viajes al Cielo para dar información actualizada sobre la evolución de la Tierra a Olódùmarè. (Estos viajes de Òrúnmìlà al Cielo pueden ser explicados como viajes astrales bajo ciertas consideraciones). En el Cielo, Òrúnmìlà pedía por aquellas cosas que él sentía que harían bien a la humanidad o solicitaba la culminación de aquellas cosas que sentía que estaban haciendo la vida difícil. Pero en esta escapada en particular tal y como indica Ogbè Òsá, corroborando lo establecido en Òtúrúpòn Méjì, las personas le pidieron a Òrúnmìlà que detuviera “el temblor de la Madre Tierra”. Por lo que el oráculo de Ifá, le dijo que la deidad que salvaría la situación estaba en camino. Por lo que Òrúnmìlà les aseguró y les dijo a la gente que Olódùmarè envío a alguien para controlar la situación. Pero la gente, especialmente los de Ilé Ifè sentían que la llegada de una nueva deidad tardaría en llegar. Por lo que el pueblo se comenzó a preguntar: Ògún está aquí. “¿Qué otra deidad vendrá del Cielo?” “¿Qué es lo que va hacer esas deidad que va a venir que las otras deidades que ya están aquí tales como: Obàtálá, Òranifé entre otras (tanto en forma física como espiritual) no puedan solucionar?”. Por lo que no hicieron ningún preparativo para la deidad que Òrúnmìlà había dicho que vendría del Cielo.
Poco después, los Àbàlà, los enmascarados, llegaron en múltiplos desde el Cielo y se dirigieron hacia el palacio del Rey Odùdúwà. Le dijeron al rey en qué consistía su misión y exigieron conocer las áreas afectadas por los terremotos. Después de un pequeño descanso, los Àbàlás salieron para casa de Òrúnmìlà para que les hiciera una adivinación y así poder hacer los ajustes finales antes de trazar sus planes. Después de esto, Ifá dice que ellos fueron a Ìdó, Àwúsí, Òdòròmù Àwísè, Meréetélú, Mesèàkárúbà, Ojùgbòròmekùn Eséji y a todos los lugares donde los temblores fueron registrados. Ellos hicieron todas las reparaciones necesarias a la Tierra enterrando algunos artículos sagrados que estabilizarían las imperfecciones. Cuando estaban satisfechos de que los temblores habían cesado, ellos volvieron a Ilé Ifè, su principal lugar de convocatoria. Pero a su llegada, no pudieron encontrar a nadie que les diera la bienvenida ya que los habitantes estaban ya mal predispuestos (con prejuicios), incluso antes de la llegada de estas deidades.
En realidad, no se les dio ningún lugar para dormir ni tampoco encontraron ningún sitio donde quedarse. Fue sólo Òrúnmìlà que aceptó el desafío de alojarlos y alimentarlos, pero cuando el compromiso ya era demasiado para él, los Àbàlás abandonaron Ilé Ifè para establecerse en otro lugar. Este mismo Odu, Ogbè Òsá (Ogbèríkúsá) revela que la ciudad seleccionada por los Àbàlá era conocida como “Òjé” hasta hace algunas décadas cuando el nombre fue cambiado a “Ahá”. Este pueblo está localizado en el norte de Òyó, Estado Òyó de Nigeria
la informacion corresponde a un libro ayo salami

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